PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3331 ~ Jueves 18 de Mayo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
iniciamos la edición de “Pequeñas Semillitas” con esta bella oración por los jóvenes:
Señor,
ayuda a los jóvenes.
Ellos
poseen los tesoros del porvenir.
Son
los maestros del entusiasmo y la esperanza.
Tienen
sed de vivir un mundo sin superhombres, y sin sub-hombres.
Tú
sabes, Padre, que se trata de la juventud auténtica.
Ningún
facilismo venga a corromper a nuestros jóvenes.
Que
ninguna dificultad los desanime.
Que
salgan victoriosos de las más terribles pruebas: el peligro de instalarse, de
perder el fuego, de ser jóvenes por fuera, y viejos por dentro.
¡Buenos días!
Haz buenos propósitos
Cuando
se trata de edificar una casa, hay que ser concreto y práctico. El albañil
observa si están los materiales y herramientas necesarias, examina los planos,
toma las medidas sobre el terreno, empuña la pala y comienza el trabajo. En la
noble tarea de agradar al Señor, tú también debes ir a lo concreto. Para eso
están los propósitos. Algunos ejemplos, para inspirarte:
Me encargaré de una tarea familiar no habitual.
Comenzando el día ofreceré a Jesús mis trabajos. Aceptaré las críticas sin
buscar justificaciones. Diré un pensamiento de fe a un vecino. Visitaré a un
amigo que me necesita. Pensaré un defecto característico de mi personalidad y
el modo de evitarlo. Felicitaré a un miembro de mi familia por una buena
cualidad o acto bueno realizado. Diré de algún modo al vecino que estoy
contento de él. Rezaré un misterio del rosario por los enfermos. Preguntaré a
un familiar un rasgo negativo de mi personalidad para comenzar a corregirlo.
Los
Exploradores de Don Bosco se comprometen a hacer al menos una buena acción por
día. Cada uno de estos actos es como un ladrillo de esa maravillosa
construcción que levantas para alegría de Dios. Él goza ver a sus hijos desarrollar
con generosidad los dones recibidos. Que pases un buen día.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo
también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea colmado». (Jn 15,9-11)
Comentario:
Hoy
escuchamos nuevamente la íntima confidencia que Jesús nos hizo el Jueves Santo:
«Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros» (Jn 15,9). El amor
del Padre al Hijo es inmenso, tierno, entrañable. Lo leemos en el libro de los
Proverbios, cuando afirma que, mucho antes de comenzar las obras, «yo estaba
allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su
presencia en todo tiempo» (Prov 8,30). Así nos ama a nosotros y, anunciándolo
proféticamente en el mismo libro, añade que «jugando por el orbe de su tierra,
mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8,31).
El
Padre ama al Hijo, y Jesús no deja de decírnoslo: «El que me ha enviado está
conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él»
(Jn 8,29). El Padre lo ha proclamado bien alto en el Jordán, cuando escuchamos:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido» (Mc 1,11) y, más tarde, en el
Tabor: «Éste es mi Hijo amado, escuchadle» (Mc 9,7).
Jesús
ha respondido, «Abbá», ¡papá! Ahora nos revela, «como el Padre me amó, yo
también os he amado a vosotros». Y, ¿qué haremos nosotros? Pues mantenernos en
su amor, observar sus mandamientos, amar la Voluntad del Padre. ¿No es éste el
ejemplo que Él nos da?: «Yo hago siempre lo que le agrada a Él».
Pero
nosotros, que somos débiles, inconstantes, cobardes y —por qué no decirlo—
incluso, malos, ¿perderemos, pues, para siempre su amistad? ¡No, Él no
permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas! Pero si alguna
vez nos apartásemos de sus mandamientos, pidámosle la gracia de volver
corriendo como el hijo pródigo a la casa del Padre y de acudir al sacramento de
la Penitencia para recibir el perdón de nuestros pecados. «Yo también os he
amado —nos dice Jesús—. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y
vuestro gozo sea colmado» (Jn 15,9.11).
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Juan I
Papa y Mártir
Nació
en Toscana (Italia), y fue elegido papa el año 523. Su breve pontificado trascurrió
en los reinados del emperador de Constantinopla Justino, católico, y Teodorico,
rey de los ostrogodos, arriano, que dominaba Italia, con los consiguientes
problemas políticos y religiosos. Teodorico lo envió como legado suyo a
Constantinopla para que pidiera al emperador Justino la libertad religiosa de
los arrianos. Fue recibido con grandes honores en la Navidad del año 324, meses
después celebró la Pascua en Santa Sofía diciendo la misa en latín, y coronó de
nuevo al emperador. Pero no logró del todo el objetivo de su misión. Cuando
volvió a Italia fue detenido y encarcelado porque su gestión no había sido del
agrado de Teodorico, el cual lo encerró en Ravena, donde murió el año 526, por
su constancia en defender la fe católica.
Oración: Oh Dios, remunerador de las almas fieles,
que has consagrado este día con el martirio del papa san Juan, escucha las
oraciones de tu pueblo y concédenos imitar la constancia en la fe de aquel
cuyos méritos veneramos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
San Félix de Cantalicio
Capuchino
Nació
en un pueblecito del centro de Italia, Cantalice (Rieti), el año 1515, de una
familia modesta. Pronto se puso al servicio de una familia acomodada, primero
como pastor y luego en faenas del campo. Ya maduro ingresó en los capuchinos,
hizo el noviciado como hermano lego y profesó en 1545. Poco después lo
destinaron a Roma, donde permaneció hasta su muerte, recorriendo de continuo
sus calles como limosnero, lo que aprovechaba para consolar y aconsejar a las
gentes, visitar a los enfermos, ayudar a los más pobres, explicar el catecismo
a los niños y enseñarles a cantar las alabanzas de Dios. Profesaba una
particular devoción a la Virgen. Fue un fraile de talante místico y asidua
oración. Brilló por su candor y sencillez evangélica, su buen humor y su cercanía
a toda persona. Estuvo adornado de carismas celestiales. Trabó una gran amistad
con san Felipe Neri y san Carlos Borromeo. Murió en Roma el 18 de mayo de 1587.
Oración: Oh Dios, que diste a tu Iglesia y a la Orden
franciscana un ejemplo vivo de candor y sencillez evangélica en san Félix de
Cantalicio, concédenos, te rogamos, seguir sus huellas para buscar y amar
intensamente a Cristo. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
“Cuando queramos conseguir o hacer que algo que nos
importa salga bien, lo tenemos que hacer nosotros mismos... No deleguemos en
otras personas, cosas importantes, ya que no de ninguna manera pondrán el mismo
interés que nosotros. Así que ya lo sabes, hay que luchar personalmente por lo
que nos interese...”
Sean Cleary Prime
Tema del día:
Matrimonio y divorcio
En
el tiempo de Jesús, ningún judío cuestionaba el derecho de divorciarse, ya que
Moisés lo había permitido. Lo que los rabinos de aquel entonces discutían eran
los motivos del divorcio: si bastaba con que la mujer dejara quemar la comida o
que el marido encontrara a otra más bella.
En
todo caso, el divorcio era concedido con mucha facilidad. La moral farisea
estaba montada sobre la no confesada inferioridad de la mujer, que era
considerada una propiedad del varón. Frente a este legalismo farisaico el Señor
plantea el proyecto original de Dios, tal como está descrito en el Génesis. La
unión de varón y mujer expresa la plenitud y felicidad humana.
“…por
eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola
carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios
unió, no lo separe el hombre…” Mc 10, 7-9
Creo
que nuestra época tiene más necesidad de meditar este Evangelio que las
anteriores. Porque en él, Jesús afirma solemnemente el carácter del matrimonio
y la unidad indisoluble de los esposos. Y no se trata de una ley impuesta a los
esposos. Más bien traza el camino de la felicidad humana: revela que la
relación conyugal y familiar es una fuente inagotable de creación y de gozo.
El
cambio de cónyuge da la ilusión de una renovación, pero no es más que un nuevo
comienzo destinado a fracasar con el mismo obstáculo de siempre el egoísmo, la
pereza, la esterilidad de los que son infieles.
Muchas
veces la indisolubilidad del matrimonio se entiende y se vive como una
obligación, la que limita la libertad de los esposos. Pero Cristo ha abolido la
“ley” y ha dado la vida, al oponerse al libertinaje “legal” de los judíos. No
inventó ninguna obligación nueva. Lo único que hizo fue expresar el anhelo
profundo del amor.
Porque
todo amor auténtico quiere ser eterno, crea una fidelidad, exige un compromiso,
aspira a un descubrimiento, pretende no terminar nunca, quiere crecer y
desarrollarse sin fin. Nadie que ame verdaderamente pone plazo. No existe un
amor por cuotas o por tiempos. Y, por eso, tenemos que cultivar diariamente el
amor, tenemos que renovarlo permanentemente.
El
verdadero sentido de la indisolubilidad no es por eso, prohibir una separación.
Su valor es plenamente positivo: nunca jamás se acabarán da conocer y de amar.
La naturaleza del amor y del matrimonio consiste en desarrollarse
indefinidamente y en renovarse sin cesar. Cuando un ser humano empieza a ser
amado a empieza a cambiar, a florecer, a descubrirse y a desplegarse sin agotar
sus recursos.
Ya
el Padre José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt lo decía cuando
definió la fidelidad como: “conservación lozana y creadora del primer amor”. Y
se refirió no sólo al amor conyugal, sino a toda forma de amor: amor paternal,
maternal, filial, fraternal…
Todos
los días hay que trabajar para crear el matrimonio. La indisolubilidad no es
una almohada sobre la que puedan dormirse los esposos, sino una llamada a
renovar y vivificar cada día su amor.
Queridos
hermanos, les invito a renovar los grandes amores de su vida: amor a la
familia, al cónyuge, a los hijos, a los hermanos naturales y hermanos de
comunidad.
Preguntas
para la reflexión
1.
¿Estoy decidido a luchar todos los días por el matrimonio?
2.
¿Qué opino de la indisolubilidad del matrimonio?
3.
¿Cómo fortalecemos el amor en la familia?
© Padre Nicolás Schwizer
Meditación
La
mañana del 5 de abril de 1846, estando los jóvenes en el prado, Don Bosco,
después de confesar a una buena parte, los reunió y les anunció que iban a ir a
misa al convento de Ntra. Sra. del Campo, casi a dos kilómetros, camino de
Lanzo.
Les
dijo: “Vamos como peregrinos a honrar a María para que esta piadosa Madre nos
obtenga la gracia de encontrar pronto otro lugar para nuestro Oratorio”. La
propuesta fue recibida con alegría. Todos se pusieron enseguida en orden. Dado
que la excursión tenía carácter de devoción y no de esparcimiento, mantuvieron
una actitud más edificante que nunca y así, a lo largo del camino, fueron
rezando el Rosario, cantando las letanías y otras canciones piadosas.
Al
llegar al sendero flanqueado de árboles que lleva de la carretera al convento,
con gran maravilla de todos, empezaron a sonar a vuelo las campanas de la
iglesia. He dicho con maravilla de todos; porque, aunque habían ido allí otras
veces, nunca se había celebrado su llegada al son de los bronces sagrados. La
demostración fue tenida por tan extraña y fuera de costumbre que se corrió la
voz de que las campanas se habían puesto a tocar por sí mismas. Lo cierto es
que el padre Fulgencio, prior del convento, aseguró que ni él ni ninguno de la
Comunidad había dado orden de que se tocaran las campanas en tal ocasión y que,
por cuanto hizo para saber quién las había tocado, no le fue posible
descubrirlo.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para Beatriz G., de Neiva
(Huila, Colombia), internada actualmente en una clínica en Bogotá, víctima de
una caída que lesionó la cervical, sin causarle un daño grave aparente, pero
que será intervenida próximamente (fecha aún no determinada). Pedimos al Señor
guíe las manos de los galenos que la operarán. Beatriz manifiesta fe
inquebrantable en la intercesión de nuestra Señora de Fátima, y esperanza en
que todo saldrá bien.
Pedimos
oración por Silvina, 26 años, de
Buenos Aires, Argentina. Ella es médica y tiene una grave lesión en las dos
primeras vértebras cervicales con grave riesgo de vida o de quedar
cuadripléjica. Le pedimos a la Santísima Virgen de Lourdes que interceda por
ella ante Jesús para que Él le conceda la gracia de la curación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras
debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Mayo 18
La
conversión es más propiamente una actitud que un acto, y se asemeja a la
disponibilidad de María ante el Señor.
En
efecto, ella no tuvo nunca nada de que arrepentirse, pero ella estuvo siempre
en actitud de disponibilidad a la voluntad de Dios, actitud que ella mismo
expresó con su palabra. “He aquí la servidora del Señor”.
No
te contentes tú con el primer paso de la conversión, volviendo a Dios; aspira a
una conversión permanente, a ponerte de cara a Dios, sin darle ya nunca más la
espalda, a estar delante de Dios siempre de pie, en disposición de escuchar
siempre su Palabra.
Madre de los pobres, que yo adquiera el verdadero
espíritu de pobreza evangélica que me permita volver a Dios.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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