miércoles, 14 de febrero de 2018

Pequeñas Semillitas 3593

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3593 ~ Miércoles 14 de Febrero de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En este día Miércoles de Ceniza, en el que se practica el ayuno y la abstinencia de carne, se efectúa el rito de la imposición de la ceniza en la cabeza de los fieles. Se trata de las cenizas de los ramos de olivo bendecidos el año anterior. El signo es penitencial, por eso el sacerdote, al imponer estas cenizas, dirá: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. Una frase que proviene del libro del Génesis y que recuerda a todo hombre y mujer su condición limitada y mortal y que debe poner su confianza en el Señor, único Dios. Durante estos días la liturgia adopta para las celebraciones el color morado de la austeridad cuaresmal.

¡Buenos días!

“A mí me lo hicieron”
Vivir la caridad cristiana no es fácil. En verdad está por encima de nuestra capacidad humana. Por eso es indispensable suplicar con humildad y constancia al Señor el don de la fraternidad para poder elevarnos sobre nuestros egoísmos, retraimientos, susceptibilidades… Pero cuando el amor de Dios nos invade podemos “disculpar, soportar y esperar sin límites”.

Cuando llegaban voluntarios a la puerta de la casa de Madre Teresa para compartir con ella y las hermanas la ayuda a los más necesitados, solía decirles con las manos bien abiertas: “Lo primero que deben aprender es qué son los cinco dedos. Significan cinco palabras dichas por Jesús a sus discípulos: “A mí me lo hicieron”. Es decir, cada vez que hagan esto a uno de mis pequeños, es como si me lo hicieran a mí. No lo olviden. El agonizante cubierto de gusanos entre la inmundicia de Calcuta es Cristo mismo, así como lo es el niño leproso, el enfermo de Sida rechazado por su familia, el joven que muere en las aceras de Nueva York, víctima de una sobredosis”.

Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas incomprendidas que saben comprendernos. Yo conozco personas que fueron ofendidas y supieron perdonar. Conozco todas esas personas… y su secreto es amar.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». (Mt 6,1-6.16-18)

Comentario:
Hoy comenzamos nuestro itinerario hacia la Pascua, y el Evangelio nos recuerda los deberes fundamentales del cristiano, no sólo como preparación hacia un tiempo litúrgico, sino en preparación hacia la Pascua Eterna: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). La justicia de la que habla Jesús consiste en vivir conforme a los principios evangélicos, sin olvidar que «si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mt 5,20).
La justicia nos lleva al amor, manifestado en la limosna y en obras de misericordia: «Cuando hagas limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). No es que se deban ocultar las obras buenas, sino que no debe pensarse en la alabanza humana al hacerlas, ni desear algún otro bien. En otras palabras, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres.
Benedicto XVI insistía en que socorrer a los necesitados es un deber de justicia, aun antes que un acto de caridad: «La caridad va más allá de la justicia (…), pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar». No debemos olvidar que no somos propietarios absolutos de los bienes que poseemos, sino administradores. Cristo nos ha enseñado que la auténtica caridad es aquella que no se limita a "dar" la limosna, sino que lleva a "darse" uno mismo, a ofrecerse a Dios como culto espiritual (cf. Rom 12,1). Ése sería el verdadero gesto de justicia y caridad cristiana, «y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4).
Pbro. D. Luis A. GALA Rodríguez (Campeche, México)

Santoral Católico:
San Cirilo (monje) y Metodio (obispo)
Patronos de Europa
Eran hermanos, nacidos en Tesalónica (Grecia), misioneros, oriundos de la Iglesia Bizantina, que, en el siglo IX, en los tiempos difíciles del gran cisma del Oriente cristiano, evangelizaron a los pueblos eslavos de la Europa oriental. Tradujeron las sagradas Escrituras y celebraron la liturgia en lengua eslava, adaptando así el Evangelio a las diversas culturas. El papa Nicolás I confirmó su misión y alentó sus trabajos. Juan Pablo II los proclamó en 1980, junto a san Benito, patronos de Europa. San Cirilo hizo brillantes estudios en Constantinopla. En unión de su hermano Metodio se dirigió a Moravia a predicar la fe. Entre los dos publicaron los textos litúrgicos en lengua eslava, escritos en caracteres «cirílicos», como después se designaron. Llamados a Roma, Cirilo murió allí el 14 de febrero del año 869. San Metodio, consagrado obispo, marchó a Panonia, donde desarrolló una infatigable labor de evangelización. Tuvo que sufrir mucho a causa de los envidiosos, pero contó siempre con el apoyo de los papas. Murió el 6 de abril del año 885 en la ciudad checoslovaca de Vellehrad.
Oración: Oh Dios, que iluminaste a los pueblos eslavos mediante los trabajos apostólicos de los santos hermanos Cirilo y Metodio, concédenos la gracia de aceptar tu palabra y de llegar a formar un pueblo unido en la confesión y defensa de la verdadera fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Palabras de San Juan Pablo II
 
“La sugestiva ceremonia de la Ceniza
eleva nuestras mentes
a la realidad eterna que no pasa jamás,
a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia”

Tema del día:
Miércoles de ceniza
Estamos en el miércoles de ceniza, que es el principio de la Cuaresma. En este tiempo la Iglesia nos recuerda las palabras que san Pablo les decía a los corintios, hoy en la 2ª lectura: “Ahora es el tiempo de gracia, el día de la salvación”. Es un tiempo más propicio para acercarnos a Dios, comenzando por sentir más el arrepentimiento de los pecados. La palabra “Cuaresma” proviene de cuarenta, recordando sobre todo el tiempo de Jesús para prepararse a su predicación con ayuno y oración. Nosotros nos debemos preparar para celebrar dignamente los misterios de la pasión, muerte y, sobre todo, resurrección de Jesús. Es un camino espiritual que cada año debemos emprender con mayor energía y gracia, un camino de acercamiento al Señor.

Comenzamos con este miércoles, que llamamos de ceniza, por el rito de imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas. Este rito ya figura en el Antiguo Testamento como signo de penitencia. En la primitiva cristiandad se ponía sobre los penitentes en este tiempo y en estos 40 días los catecúmenos se preparaban para el bautismo en la noche pascual.

Dos ideas principales quiere la Iglesia infundirnos con este rito, según las dos fórmulas que se dicen en ese momento. Una es sobre la caducidad de las cosas terrenas: Todo se acabará, somos como polvo y ceniza. Otra es para infundirnos el deseo de empaparnos más de la Palabra de Dios, para que creyendo, tengamos más vida en el Señor. El mensaje no es sólo de penitencia y arrepentimiento, sino que tiene principalmente un aspecto positivo: Convertirnos para llenarnos del bien.
 
El miércoles de ceniza es como un tocar la trompeta: un aviso de parte de Dios. En la primera lectura de este día se habla del profeta Joel que quería tocar la trompeta para invitar a la conversión. Este profeta, que vivió en tiempos de calamidades, unos 400 años antes de Jesucristo, llama al pueblo de Israel a un tiempo de penitencia, para convertirse de su mal. Pide que no sean sólo ritos externos, sino que sea una conversión interior del corazón para hacer la voluntad de Dios. Y esto, porque Dios “es compasivo y clemente, paciente y misericordioso”.

Esta actitud interior del corazón ante Dios es la que nos pide Jesús hoy en el evangelio. Todo el “sermón de la montaña” es para indicarnos la actitud que debe tener quien quiera ser discípulo de Jesús, en contraste con la actitud de los fariseos, que atendían especialmente a las fórmulas externas, a aparentar más que a ser. Hoy nos habla de tres actos religiosos que hacían los fariseos, la limosna, la oración y el ayuno. Es una invitación para que también nosotros los hagamos en este tiempo de Cuaresma; pero de una manera muy distinta y con un espíritu renovado.

No se trata de hacer un negocio con Dios y menos de adquirir aquí una gloria terrena con estos actos. La oración es para unirnos más con Dios, la limosna para pensar en el bien de los demás y el ayuno para mejor refrenar nuestras pasiones.

La oración era la particular que todo buen judío debía hacer tres veces al día. Si lo hacen ostentosamente, sólo “para quedar bien”, no aprovecha. Por eso es mejor hacerla donde nadie nos vea, si es posible, para que Dios, que todo lo ve, nos premie y nos una más a Él. El ayuno y la limosna están bastante ligados, porque, si se ayuna, debe ser para honrar a Dios y ser más dueños de nuestros instintos, pero sobre todo para hacer más caridad y poder dar más limosnas. Estas deben ser lo más secretas posibles, tanto que “la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha”. Son expresiones un poco extremas, al estilo oriental, para que se nos grabe mejor.

Todo esto no quiere decir que la Cuaresma tenga que ser triste, sino alegre porque nos acercamos a Dios. Por eso dijo Jesús que al hacer el ayuno se debe “perfumar”. Es una expresión de alegría, aunque la cosa es muy “seria”, porque estamos ante la presencia de Dios que ve los actos externos y sobre todo las intenciones del corazón. Recibamos la ceniza con humildad y con deseos de vivir mejor este “tiempo de gracia”.
© P. Silverio Velasco

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Cada día de Cuaresma
Comienza la Cuaresma, tiempo de penitencia y de renovación interior para preparar la Pascua del Señor (Concilio Vaticano II, Sacrosantum Concilium). La liturgia de la Iglesia nos invita sin cesar a purificar nuestra alma y a recomenzar de nuevo. En el momento de la imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza, el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado original: Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te has de convertir (Génesis 3, 19). Y sin embargo, a veces olvidamos que sin el Señor no somos nada. Quiere el Señor que nos despeguemos de las cosas de la tierra para volvernos a Él. Jesús busca en nosotros un corazón contrito, conocedor de sus faltas y pecados y dispuesto a eliminarlos. También desea un dolor sincero de los pecados que se manifestará ante todo en la Confesión sacramental. El Señor nos atenderá si en el día de hoy le repetimos de corazón: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

La verdadera conversión se manifiesta en la conducta: en el trabajo, hecho con orden, puntualidad e intensidad; en la familia, mortificando nuestro egoísmo y creando un ambiente más grato en nuestro entorno; y en la preparación y cuidado de la Confesión frecuente. El Señor también nos pide hoy una mortificación más especial, que ofrecemos con alegría: la abstinencia y el ayuno; también la limosna que, ofrecida con un corazón misericordioso, desea llevar consuelo a quien pasa necesidad. Cada uno debe hacerse un plan concreto de mortificaciones para ofrecer al Señor diariamente esta Cuaresma. Para hacerlo, tengamos en cuenta que deben ser “mortificaciones que no mortifiquen a los demás, que nos vuelvan más delicados, más comprensivos, más abierto a todos” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa)

San Pablo (2 Corintios, 5) nos dice que éste es un tiempo excelente que debemos aprovechar para una profunda conversión. Podemos estar seguros que vamos a estar sostenidos por una particular gracia de Dios, propia del tiempo litúrgico que hemos comenzado. “Tiempo para que cada uno se sienta urgido por Jesucristo. Para que los que alguna vez nos sentimos inclinados a aplazar esta decisión sepamos que ha llegado el momento. Para que los que tengan pesimismo, pensando que sus defectos no tienen remedio, sepan que ha llegado el momento. Comienza la Cuaresma; mirémosla como un tiempo de cambio y de esperanza” (Ana María García Dorronsoro, Tiempo para creer)
© P. Cipriano Sánchez

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de Maria Teresa R. R., a la que hicieron estudios por su diabetes e hipertensión y el viernes próximo tiene consulta. Que el Señor bendiga los resultados y su persona. 

Pedimos oración por todos los enfermos internados en la Casa de la Bondad Córdoba, dependiente de la Fundación Manos Abiertas. Que la Santísima Virgen esté siempre junto a ellos.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos del Espíritu Santo
Febrero 14
"Espíritu Santo, yo no quiero desperdiciar tus dones, no quiero desaprovechar los impulsos de tu gracia.
Tengo a mi disposición la vida nueva de la Resurrección y el poder de tus impulsos.
No quisiera desgastarme en lamentos y quejas.
Tú me sostienes, tú me das vida, contigo puedo correr sin fatigarme.
Pero a veces me desgastan mi desconfianza, mi tristeza, mi melancolía, mis miedos, mis fracasos, las contradicciones que encuentro, mis insatisfacciones.
Ayúdame a renunciar a todo eso, Espíritu de vida, para que despliegues en mí toda tu gloria.
Late conmigo, Señor, vive conmigo, respira conmigo, lléname de fervor y de entusiasmo.
Coloca en mi corazón el anhelo de ser fecundo para ti, de ser útil.
Dame el sueño de producir algo bueno para este mundo, el deseo de dejarlo mejor que como lo he encontrado.
Sana toda pereza, toda indiferencia, todo desánimo, para que no te ofenda con pecados de omisión.
Que pueda levantarme cada mañana con intensos deseos de hacer el bien a los demás.
Ayúdame a descubrir mejor mis talentos, para gastar bien mis energías.
Dios, potente y fuerte, que todo lo sostienes, mira mi debilidad y penetra todo mi ser con ese poder que no tiene límites.
Ven Espíritu Santo, fortalece cada fibra de mi cuerpo y de mi interior.
Así yo sé que nada podrá derribarme, porque ningún poder humano, ninguna enfermedad y ninguna dificultad pueden ser más fuertes que tu amor.
Ven Espíritu Santo, infunde tu dinamismo en mis acciones, inunda de vitalidad todo mi ser.
Tómame Señor, una vez más, para derramar tu poder y tu luz en el mundo.
Ven Espíritu Santo. Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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